El Museo Thyssen explora la relación entre Pablo Picasso y Coco Chanel, dos motores de la modernidad del siglo XX, que colaboraron en dos ocasiones a lo largo de su carrera y que compartieron una imaginario común que quedó plasmado en óleos, vestidos, dibujos y otras piezas.
La exposición ‘Picasso/Chanel’ abrió el pasado martes sus puertas hasta el 15 de enero de 2023 como una de las exposiciones más esperadas del año y con algunas piezas extraordinarias.
Además de muchos vestidos de Chanel de colecciones particulares que rara vez ven la luz, la muestra incluye dos icónicos cuadros del pintor malagueño: «Dos mujeres corriendo por la playa» -también conocido como «La Carrera»- (1922) y «Las bañistas» (1918), un cuadro del que nunca se separó.
Vestidos y cuadros
‘Picaso/Chanel’ traza un mapa, poco explorado, de conexiones entre ambos genios. Ambos creadores se conocieron en la primavera de 1917 y trabajaron juntos en dos obras de Jean Cocteau: «Antígona» (1922) y «El tren azul» (1924), pero su relación se extiende más allá.
Chanel comenzó a ser asidua del círculo de artistas de la época, y Picasso comenzaba a destacar como pintor. Además de numerosas amistades en común, Olga Khokhlova, la mujer del pintor, era una compradora habitual de la diseñadora y probablemente se casó con uno de sus diseños.
Las tres primeras salas se dedican a explorar los paralelismos entre la obra de ambos. La comparación entre vestidos y cuadros muestra los profundos lazos que unen el imaginarios de ambos, marcada por una paleta de colores austera, líneas rectas y materiales populares.
Si Chanel creó el uniforme de la mujer moderna que alumbraba el nuevo siglo, Picasso rompió las reglas del arte y creó un nuevo canon de belleza plástica. En el recorrido se puede encontrar incluso una reflexión sobre el Chanel Número 5, el popular perfume, y cómo su diseño responde a los cánones de pureza y abstracción del cubismo.
Picasso y Chanel
En 1922 Cocteau escribe una versión de «Antígona» y concibe una puesta en escena completamente experimental: encarga el vestuario a Chanel y al pintor malagueño el escenario, el decorado y las máscaras del coro.
Chanel se inspiró en la Grecia antigua y creó una serie de túnicas hechas con lana escocesa en tono marrón y diseño también las coronas de las hijas de Edipo, unas piezas de orfebrería que están consideradas las primeras joyas hechas por la diseñadora. De los trajes de aquella colaboración solo quedan imágenes.
El proyecto coincide con una vuelta de Picasso al orden plástico, en el que se concentra en pintar obras monumentales con mujeres envueltas en túnicas. También, varios diseños de la época de la diseñadora reflejan la influencia del proyecto en su propio trabajo.
La segunda y última colaboración entre ambos fue «El tren azul», un ballet que mezclaba la pantomima con la sátira, el teatro y otras artes, para el que Chanel diseña una serie de trajes inspirados en su nueva línea deportiva. Las piezas que se presentan en la muestra son reproducciones de los diseños originales realizados en 1992.