Cuando el maquillaje es arte

Vanesa Silván/ Ical Cuando Inés García encontró a Bea Rojas el “flechazo profesional” entre ambas fue instantáneo, unidas por una misma pasión y creencia: el maquillaje es un arte. Se descubrieron maquillando, compartiendo pinceles y aerógrafo en un ‘body paint’ (pintura corporal) en el bar ‘El Bellas’ de Ponferrada hace un par de meses y desde entonces han colaborado la una con la otra en los más diversos proyectos, desde el rodaje de un cortometraje a talleres de automaquillaje, ‘babyshower’ o pintacaras para niños.

Un largo camino el que ha recorrido Inés ‘Make up’ para empezar a hacerse su hueco en el maquillaje profesional, primero con su “camerino móvil” para acudir a domicilio y eventos, después acondicionando una de las habitaciones de su casa y, finalmente, abriendo su propio estudio en la calle General Gómez Núñez 16, en la capital berciana. “Un mes y medio después encontré a mi Bea ‘Make Up’ y fue maravilloso, nos descubrimos trabajando, que es lo bueno, en el ‘body paint’ de ‘El Bellas’, fue lo primero que hicimos juntas y vimos que nos compenetrábamos muy bien, ella tiene una parte que me falta a mí y yo una que le falta a ella”, cuenta Inés.

Por su parte, Bea Rojas tiene ya una amplia experiencia, que incluye el mundo del cine. Tras formarse en escenografía en la Escuela de Cine de Ponferrada, completó su formación entre Barcelona y Madrid en maquillaje de efectos especiales, visagismo, body-painting y posticería. Así, esta berciana logró ver reconocido su esfuerzo con el Goya a mejor corto de ficción a ‘El barco pirata’ de Fernando Trullols y un premio al mejor maquillaje en el festival ‘La fila de cortometrajes’ de Valladolid por su trabajo en ‘Hidden soldier’, del cineasta leonés Alejandro Suárez.

“La idea que tiene Inés y lo que ha montado es la idea que yo tenía, he estado años fuera y regresé a Ponferrada y me la encontré y vi que era lo mismo yo pensaba y tenía en mente”, explica Bea, que por ese motivo le echa ahora una mano, mientras finaliza sus estudios de Técnico Superior de Estética, con los que continúa ampliando su formación y con el objetivo de, en un futuro, hacer esos cursos de maquillaje y poder diplomar a sus participantes. “Inés nunca había hecho cine y decidí llevarla conmigo a un rodaje, para ver como reaccionaba conmigo, ver como trabajaba y fue todo perfecto, se le da muy bien todo lo que es artístico, como yo, nos complementamos muy bien”, añade.

‘El hombre que vive sueña’

Y entonces llegó el “bautismo” de Inés García en el mundo del cine de la mano de Bea, durante el rodaje del último cortometraje de Alejandro Suárez, ‘El hombre que vive sueña’, con el actor Ramón Langa, al que tenían que caracterizar como un monstruo. “Me encantó, pero fue muy duro”, confiesa la maquilladora, con jornadas interminables desde las siete de la mañana hasta la noche. “Lo mismo en un monte que en una cuadra, el maquillaje no es siempre sinónimo de glamour”, bromea, mientras recuerda alguna anécdota como tener que caracterizar a Langa en el medio del bosque con el aerógrafo colgado de la rama de un árbol.

También recuerda cuando llegó el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) a paralizar el rodaje y las dificultades para hacer su trabajo con la humedad y el frío de primeras horas de la mañana. “El maquillaje no agarraba, eran las ocho de la mañana, y al final tuvimos que maquillar en el coche, arrancado y con el aire puesto, todas esas cosas y dificultades en el camino hacen que al final seas más creativa y todo terreno, para adaptarte a todo”, valora Inés.

Para Bea fue una nueva experiencia con Alejandro Suárez, con el que ya había trabajado en el premiado ‘Hidden Soldier’. Un nuevo proyecto del director leonés, que hizo una escapada desde China -donde está instalado en la actualidad- para su rodaje con la productora Estirpe, en tan sólo cinco días, en el entorno de Puebla de Lillo. “Está a punto de acabar el montaje”, precisa Rojas, que avanza que este corto cuenta la historia del abuelo de Alejandro, que siempre quiso ser actor, con influencia teatral y pasajes de ‘La vida es sueño’ de Calderón de la Barca. “Tiene un mensaje entrañable y espero que nos den muchos premios por él”, desea Inés.

César Sánchez / Ical
César Sánchez / Ical

Aerógrafo y ‘body paint’

Si hay una “disciplina” que apasiona a Inés y Bea es el ‘body paint’, cuyo resultado es más espectacular y les permite mostrar su infinita creatividad. “Es mucho trabajo, pueden ser cuatro o cinco horas y media, con un despliegue de material impresionante, usando el aerógrafo y lleva pedrería, purpurina, escarcha y muchas más cosas, su resultado es espectacular y suele ser un maquillaje para eventos”, explica Inés, que cuenta que es un buen reclamo para fiestas en discotecas y otros actos.

Y el aerógrafo también lo utilizan para maquillar a las novias por sus especiales características, ya que es más duradero, mate y muy natural “aunque lleves cuatro capas”. “Aguantaría la noche de bodas”, asegura Inés, que junto a Bea destacan que uno de sus rasgos diferenciales es que maquillan a domicilio. Un servicio de maquillaje, que también puede ser de tipo convencional y que puede incluir extensiones de pestañas, diseño de cejas y uñas. “Nos preocupamos de todo lo que tiene que ver con el rostro”, añaden.

Pero no solo maquillan, Bea e Inés también enseñan a hacerlo tú misma con los talleres de maquillaje para grupos y automaquillaje, más personalizados. “Hay como tarjetas regalo, un taller de automaquillaje es un regalo original cuando no sabes que regalar y ya estas aburrida de camisetas, colonias o paraguas, también un maquillaje para un día de fiesta o especial”, explica Inés, que en su estudio tiene precios que van de los 30 a los 50 euros. Así, de cara al próximo año ya tienen a la vista un nuevo ‘body paint’ en uno de los locales de la Gran Manzana, talleres en Astorga y León y con la agencia de contactos ‘Lov.u’.

Los retos del nuevo año

Lo más importante ahora es dar a conocer su trabajo, “que vean que hacemos cosas diferentes y a que nivel”, asegura Bea Rojas, que recuerda que empezó haciendo los talleres de efectos especiales en el Morticia de Ponferrada y que después han hecho colaboraciones con Gisela Bakery and Cakery en Halloween, pintacaras para niños y, además, ella fue la encargada de hacer la cara del Papá Noel de su espectacular y dulce escaparate con decoración navideña. También mostraron su destreza en el Plaza Gourmet con el maquillaje retro.

De cara al próximo año, el reto es poner de moda la “magia” de los ‘babyshower’ con embarazas y talleres de maquillaje más amplios. Además, Inés tiene la “espinita” de llevar la cosmética al medio rural y que sus mujeres, algunas de las cuáles “no se han echado una crema en su vida y tiene la piel curtida por el trabajo”, para que aprendan a cuidarse y verse guapas. Así, otro de sus proyectos es el maquillaje oncológico, para que esas mujeres se vean bien, porque eso también ayuda a tener un mejor ánimo y sacar más fuerzas para enfrentar esa enfermedad.

“Son dos proyectos que tengo en mi corazón y que me llenan mucho, también hacer alguna propuesta de maquillaje para alguna mujer que se haya sometido a tratamiento y que haya perdido el pecho, como algo reivindicativo”, añade. Y es que Inés y Bea comparten filosofía con grandes maquilladoras profesionales, como Gretchen Davis y Mindy Hall, que defendían que “el maquillaje es un ceremonial, una especie de arte privado, el lugar mágico donde puede suceder la transformación y abrirse la puerta de una nueva vida”.

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