Es una lástima pero al final alguien acaba pagando siempre los platos rotos. La «china» le ha tocado a La Bella y la Bestia. La nueva, la del remake, la del reparto de lujo. Y no porque la película sea mala, no voy a entrar a valorar el cásico llevado a la «realidad». El problema y gordo está en el doblaje.
Animal de costumbres
Así somos los españoles. El fútbol en el bar, la siesta imperdonable y las pelis en castellano. Hasta los musicales. Que eso de andar leyendo subtítulos me despista y no puedo ver bien a los actores.
Pues es que no todo vale. Tenemos una larga e interesante trayectoria de grandes doblajes en nuestro país. Todos reconocemos a la primera la voz del Bruce Willis (Ramón Langa), Julia Roberts (Mercedes Montalá), Robert de Niro (Ricardo Solans) o el inconfundible Constantino Romero dando vida a Darth Vader o al amigo Eastwood en Harry el Sucio.
Y son buenos, muy buenos y el trabajo es espectacular. Tanto que puede llegar a desvirtuar el propio empeño de los actores que prestan su voz originalmente. Sin explorar en profundidad en el doblaje mas clásico de las películas, me gustaría volver a La Bella y la Bestia. El pobre y desdichado musical que tiene la culpa de esta columna.
Como decía, no todo vale. Y en los musicales lo siento pero no cuela. Por muy bien que canten los artistas españoles, por mucho que se esfuercen por hacer que parezca de «verdad». No es suficiente la excusa de que «debe entenderse lo que cantan». Lo de la nueva adaptación de Disney es una chapuza monumental. Y quiero insistir, va a pagar la pobre Bella lo de todos, pero ha sido la gota que ha colmado el vaso de este espectador.
Ya no sólo es que se cambien palabras, significados o frases enteras para que «cuadren» con el movimiento de los labios de los actores. Es que aparte de ser una completa barrabasada, está muy mal hecho. No hay quién se lo crea. Y lo más importante: en una canción es casi una cuestión de moral.
Imaginen
El Largo al Factótum de «Il Barbiere di Siviglia», a la española. No tiene sentido. María de «West Side Story», a Leonard Bernstein seguro que le entrarían los «siete males». Creo que se hacen una idea. Las obras son compuestas para ser interpretadas en su lenguaje original. Por la métrica, por la pronunciación, por las rimas y porque sí. Porque una misa cantada es en Latín, porque una ópera de Verdi es en Italiano, y porque una Zarzuela es española.
No nos moriríamos por aguantar un texto al pie de la pantalla mientras escuchamos las voces originales. Es más, lo disfrutaríamos de una forma completa. La música que se compuso, con su letra, y además, para los que no se nos dan muy bien los idiomas nos la traducen; pero sin cambiar palabras ni expresiones para que todo encaje.
Todo esto no es una cuestión de educación, que también, si no de sentido común. Nos compramos discos de Amy Winehouse y de Metallica sin esperar a que «saquen» la versión española. Hagamos lo mismo con las bandas sonoras y con los musicales. Poco a poco. Más adelante podríamos intentarlo con las películas completas.
Es un trabajo duro, pero alguien tiene que hacerlo. Lo siento por los actores de doblaje, sin embargo deberíamos ir avanzando en esto de los idiomas. Y remarco, no por la necesidad de aprender inglés o alemán o lo que toque; porque las obras de arte como las películas las hacen los actores con sus voces, los artistas con sus canciones y los guionistas con sus textos.
No todo vale con la excusa de entender. Por cierto, La Bella y la Bestia gana en versión original todos los enteros que pierde en castellano.