Mi intención era publicar una lista con las mejores canciones de todo el 2013, pero echando un vistazo a las listas «más fiables» o tenidas en cuenta, he visto que la mayoría de los temas seleccionados eran más bien de relleno y que apenas dos o tres merecen ser recordados más allá la fecha de salida del disco que los contienen; y ya no digamos encontrar un disco en el todas las canciones merezcan la pena ser escuchadas. Eso sí, prácticamente todos los artistas, tanto ellos como ellas, son gente muy agraciada. Las listas de éxitos están repletas de gente guapa, pero que distan mucho de ser artistas por sí mismos. Lo que vende es la imagen. Si nos preguntamos por los temas que pueden considerarse dignos de pasar a la historia, veremos que la inmensa mayoría pertenecen a la década de los 70 y 80.
A partir de la aparición de las bandas de chicos monos que sobre todo bailaban, por ello no podían cantar en directo, se ahogaban, el perfil de artista buscado por las discográficas ha ido puliéndose hasta degenerar en seres como Justin Bieber o Miley Cirus, que a parte de ser un reclamo para los más jóvenes, sirven más que nada para marcar tendencias o modas, tanto con sus «looks» como con sus conductas.
Al final la industria musical se ha ido convirtiendo en un zoológico en el que el animal más raro es el que más se exhibe y, la música ha pasado casi a un segundo plano. Es música de usar y tirar, como los kleenex.