Pedro González Para empezar celebraremos el primer cumpleaños, pues si la séptima entrega de la saga Final Fantasy hace 20 inviernos que vio la luz, la primera cumple este año sus 30 añitos.
Por aquel entonces, Squaresoft, compañía japonesa desarrolladora de videojuegos que posteriormente se convertiría en Square Enix, estaba al borde de la bancarrota. En 1986, el desarrollador y padre de Final Fantasy, Hironobu Sakaguchi, comenzó a trabajar en el que pretendía ser su último proyecto antes de retirarse y abandonar la compañía. No obstante se embarcaría en una ambiciosa empresa que no dudaría en llamar «Fantasía Final». El nombre desde luego no le hizo ninguna justicia, ya que el producto lanzado en 1987 se convirtió en todo un bombazo en el mundo de los sistemas domésticos de la época y uno de los sellos principales de la marca nipona Nintendo.
Tras el primer «Final», el dos, el tres, el cuatro…se convertían en superventas de la antigua Famicom, (Nes) en Europa. Pero los juegos no salían del mercado asiático. Allí se estaba forjando un género relativamente desconocido en occidente, el RPG (juego de rol). Durante estos primeros años anteriores a la aparición en Europa y América de la saga Fantasy, se empezaban a comercializar algunos títulos que se acabarían denominando JRPG (juegos de rol japoneses). Dragon Quest (Enix) o Chrono Trigger (Square).
Nuevo mercado, nuevo sistema
Cuando Sakaguchi se pone manos a la obra con la séptima entrega de la saga, la compañía Nintendo se frotaba las manos esperando otro súper ventas. El juego tardó en desarrollarse, pues el trabajo en Chrono Trigger para la Súper Nes retrasó su salida. Esto se convirtió en un hecho determinante para que Square y la Saga Final Fantasy abandonase la compañía para la que estaba sacando juegos y se subiese al carro de la apisonadora de Sony.
Durante el tiempo que el proyecto estuvo en «standby», la tecnología en las consolas domésticas avanzaba a pasos agigantados. Los gráficos en 3D ya eran una realidad, y los nuevos formatos de discos permitían almacenar una gran información de datos, de gráficos y sobre todo un buen soporte para bandas sonoras de calidad.
Tras descartar la idea de sacar el nuevo título para la SNES, que se estaba quedando atrás en el mercado, se propone trasladar el trabajo al prototipo de la que sería la Nintendo 64. Pero el formato de cartuchos de esta consola no daba cabida a toda la fantasía que Sakaguchi tenía planeada.
Sony seria la clave. La PlayStation la plataforma. Su sistema de lectura en CD permitía todo cuanto se le imaginaba al desarrollador. Fondos pre-renderizados, imágenes en 3D, y una banda sonora espléndida que hacía del juego una auténtica experiencia totalmente innovadora.
20 años no es nada
El pasado día 31 de enero, la criatura, cumplió sus primeros veinte añitos. Veinte años de aquella obra maestra en un triple CD. Cuando los que entonces encendíamos la consola, insertábamos el primero de los discos y veíamos aquellas cinemáticas, aquellos personajes y escenarios en tres dimensiones creíamos que la tecnología había llegado a su punto más alto. La perfección estaba ahí, en tres discos. Horas y horas de juego, de mundos de fantasía con ese toque tan oriental que caló fuerte en occidente. La completa asimilación del combate por turnos como elemento fundamental de los RPGS se hizo fundamental para darle continuidad a una saga que lejos estaba de encontrar su final.
En honor a la verdad es que a día de hoy el videojuego ha envejecido bastante mal pero la saga se resiste a encontrar su final. Junto con Mario y Zelda es una de las series de juegos de consola con más títulos de la historia de este mercado. Y desde luego parece que la cosa va para largo. 30 años desde aquel despegue «final»; 20 desde el aterrizaje en Occidente de Final Fantasy. Independientemente del futuro de la saga, ya ha alcanzado la inmortalidad. Nunca un título le vino tan mal, y a la vez tan bien a un videojuego que de fantasía va sobrado, pero que jamás encontrará el final.