La cazadora de cuero, el blazer y la cazadora vaquera. Una detrás de otra y vuelta a empezar. Así, desde septiembre hasta casi noviembre. Las variables de esa ecuación estética y meteorológica llamada entretiempo parecen estar bastante claras: son tres, son perfectas y todo está bien. Pero esta temporada hay un cuarto elemento que parece dispuesto a convertirse en la pieza clave de la transición del verano al otoño: el kimono. Igual de versátil y cómodo que los 3 magníficos, pero mucho más interesante por una sencilla razón: lo que el trío tiene de austeridad y de contención, el kimono lo tiene de exotismo y exuberancia.
O dicho de otro modo, las tres miran ya directamente al otoño, el kimono aún tiene sus ojos puestos en los últimos días de verano. Por lo demás, todo son coincidencias: el kimono, como los anteriores, es funcional, todoterreno y se adapta tanto a looks de día como a otros con vocación más nocturna. Y hay tres frentes que así lo confirman: el street style, las celebrities y las nuevas colecciones.
Que Veronika Heilbrunner –icono de la industria (y de muchas otras cosas) y nada sospechosa de abrazar tendencias mainstream– lleve un kimono cuando su estilo es mucho más urbanita e incluso trash, es bastante sintomático del poder que tiene esta prenda. La editora alemana lo mezcla con un sencillo top de cuello vuelto y manga larga y unos vaqueros, como subrayando que lo que de verdad importa en su look es esa prenda fluida y estampada que se abre y se infla a cada paso que da. Un outfit sencillo y efectista a más no poder.
Las versiones más sofisticadas también encajan a la perfección con looks de día que quieren subir el tono, tal y como ilustra esta imagen de la diseñadora Giorgia Tordini, en la que el kimono se convierte en la clave de un look construido con muy pocos elementos pero muy bien escogidos.