La trashumancia Patrimonio Cultural Inmaterial en España

La cosa viene de tiempo atrás y es sencilla. El ganado y sus pastores se mueven entre diferentes puntos de la geografía española alternando las zonas de pasto de invierno y las de verano.

Naturalmente si esto se repite durante siglos poco a poco va dejando poso y a la vera de las cañadas nacen pueblos, se construyen paradores, iglesias, mercados y elementos característicos de tiempos más cercanos.

Se me viene a la cabeza la imagen de la estación de ferrocarril de mi ciudad; de pequeño jugaba en unas rampas de carga de ganado (ya en desuso) imaginando que aquel complejo era un castillo. Pues sin más ni menos era la trashumancia del silgo XX. La del ferrocarril. Que se llevaba las cabezas a tierras extremeñas.

Así que de aquellas cañadas reales de tiempos de la mesta nada. Que también, pero esto de la ganadería nómada ha sobrevivido al tiempo y de hecho se sigue practicando. Ávila es la provincia que más ganadería trashumante concentra, concretamente el 85% de toda la del país con alrededor de 500 ganaderos que pastorean sus rebaños hacia Extremadura y Castilla La Mancha.

Título bien merecido

En el real decreto, publicado este martes en el Boletín Oficial del Estado (BOE) se argumenta que la trashumancia en España constituye en la actualidad un patrimonio vivo. Además de haber contribuido a conformar la identidad cultural de muchos territorios de España, la actividad trashumante ha originado un rico patrimonio cultural y etnográfico, reflejado en fiestas y tradiciones, en la toponimia, en la gastronomía y en toda la arquitectura relacionada con esta actividad.

Al mismo tiempo, se destaca que través de la amplia red de vías pecuarias, se produjo la transmisión de noticias y conocimientos, resultando que a lo largo de los diferentes territorios se genera una cierta homogeneidad cultural derivada de las interrelaciones sociales y culturales que este pastoreo producía. La actividad ganadera trashumante ha aunado históricamente el aprovechamiento de los recursos naturales y el ganado mediante la «denominada cultura pastoril trashumante, produciendo interrelaciones familiares, sociales, económicas, patrimoniales y biológicas y modelando y contribuyendo a la cohesión y vertebración del paisaje peninsular».

Con este título se le da a la trashumancia la importancia que se ha ganado a pulso, y sobre todo el seguro de que al convertirse en Patrimonio será cuidada, protegida y mantenida con vida.

Ojalá pudiese ver aquellos muelles de ganado en la estación cargando ovejas hacia la dehesa extremeña. Lástima que ya de niño la Ruta de la Plata ya estaba cerrada al ferrocarril. Ahora casi todo va por carretera y las vías están cada vez más muertas, por muy verdes que las quieran pintar. Es el precio del progreso, supongo.

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