¿Por qué se cambia la hora?

En la madrugada del último domingo de octubre se produce, en buena parte de los países del hemisferio norte, el paso del llamado horario de verano al de invierno. Los relojes de toda Europa se atrasan una hora de acuerdo a la Directiva Comunitaria del Cambio de Hora. Esta costumbre era de obligado cumplimiento en los países europeos desde 1974, cuando decidieron aplicar este cambio con el objetivo de aprovechar mejor la luz solar y ahorrar en el consumo eléctrico. La Crisis del petróleo del año anterior hizo que los gobiernos comenzaran a plantearse este tipo de medidas para reducir el consumo y limitar su dependencia de los países exportadores.

Aunque este cambio de hora resulta beneficioso porque amanece antes y así se produce un ahorro de energía que ronda los 300 millones de euros según el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía, también implica que anochezca antes. Estos cambios bruscos afectan al cuerpo humano de formas con las que a primera vista parecería no guardar mucha relación. Las personas que tienen predisposición a la ansiedad o la depresión intensifican este estado en los días más cortos y grises, como apuntaba un estudio publicado en ‘British Medical Journal’ que comparaba esta situación con el efecto de los meses largos y más luminosos propios de verano.

Además, el estudio encabezado por Mayer Hillman también sostenía que los relojes no se deberían de retrasar debido a que esto contribuye a reducir el tiempo disponible para actividades al aire libre. Los datos demuestran que, en concreto, eliminar el cambio horario brindaría aproximadamente “300 horas adicionales de luz diurna para los adultos y unas 200 a los niños cada año”. El cambio horario también suele relacionarse con una mayor frecuencia de accidentes de tráfico, provoca alteraciones del sueño al afectar al ritmo circadiano y aumenta la sensación de cansancio, irritabilidad o cambios de humor. Muchos expertos suelen considerar que este tipo de cambios en el horario causan un pequeño jet lag a las personas.

¿El fin del cambio horario en 2021?

Prácticamente desde su instauración, el paso del horario de verano a invierno y viceversa ha sido un tema sobre el que debatir y en el que las posturas solían no ceder terreno. Popularmente, el argumento más conocido y esgrimido por aquellos que estaban a favor del cambio de hora era el del ahorro energético que este conllevaba. Sin embargo, ha pasado mucho tiempo desde los temerosos años post crisis del petróleo y el consumo ya no está tan ligado a las horas de sol. La gente ha cambiado sus costumbres y formas de consumir, por lo que actualmente se pone en duda que este siga siendo un argumento válido.

En base a numerosos estudios científicos que indican los efectos negativos del cambio de hora sobre la salud humana y a una serie de preocupaciones manifestadas por los ciudadanos en diversas iniciativas, en febrero de 2018 el Parlamento Europeo publicaba una resolución en la que instaba a la Comisión a realizar una “evaluación exhaustiva de la actual directiva de arreglos de horario de verano”. Se hizo una consulta pública cuyos resultados indicaron que una abrumadora mayoría de la población estaba a favor de la supresión del cambio de hora estacional. Para que la propuesta tenga efecto legal, el Consejo de la Unión Europea y el Parlamento Europeo se tienen que poner de acuerdo.

En marzo de 2019, el Parlamento Europeo adoptó su posición sobre la propuesta de la Comisión, apoyando el cese de los cambios de hora para el año 2021. El Consejo, por su parte, aún no ha determinado su posición. En caso de adoptarse esta medida, cada país deberá decidir si se queda con el horario de invierno o de verano. Los países que se quieran quedar con el horario de invierno cambiarían sus relojes de hora por última vez en octubre de 2021.

El principal escollo para que se apruebe esta propuesta radica en que, si unos países se quedan con un horario y otros con el otro, estas diferencias podrían afectar al funcionamiento del mercado único de la Unión Europea.

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