«Vive deprisa, muere joven y deja un cadáver bonito». Sin duda es una de esas frases que hacen historia. Bien encaja con el estilo de vida (y de muerte) de James Dean, no en vano la cita se le atribuye. Erróneamente, pues pertenece al hilo argumental de la película Knock on any door de Nicholas Ray e interpretada por John Derek y Humphrey Bogart. En 2018 se cumplieron 63 años del fallecimiento de Dean y del nacimiento de la leyenda.
Rebelde
James Dean había ido ganando fama con los rodajes de sus películas. Films en los que casi se encarnaba a sí mismo. En 1955 mientras trabajaba en el metraje de Gigante, el joven actor (24 años) se había comprado un flamante deportivo. Un Posrche 356 Speedster, el «Little Bastard». Le gustaba la velocidad. Y de hecho tras terminar la que sería su última película se viajaba hacia Salinas, cerca de San Francisco para participar en una carrera automovilística.
Le acompañaba su mecánico. Imagínenselo, cigarro en la boca, pelo alborotado por el viento y recorriendo a toda velocidad las carreteras de California. La mala fortuna, la velocidad, o simplemente el caprichoso destino hizo que en un cruce un Ford apareciese de repente. James Dean no lo esquivó y se estrelló contra él. Ni el ocupante del Ford ni su mecánico sufrieron daños fatales. El actor salió despedido del bólido y su cuerpo fue a dar en el parabrisas del otro vehículo.
24 años, toda una carrera por delante. Pero con tan sólo tres películas a sus espaldas (como actor protagonista) ya era un ídolo de masas.
La leyenda
La leyenda comienza el día de su fallecimiento. Murió como vivió. Deprisa. Y las muchachas de la época abrazaban sus carpetas forradas con fotografías de Dean. La leyenda se engrandeció con lo trágico de su accidente, con las conjeturas que apuntaban a un suicidio premeditado… y con los premios que recibió con los huesos bajo tierra.
James Dean fue el primer actor en recibir una nominación póstuma al Óscar como mejor actor y a día de hoy se mantiene como el único actor que ha tenido dos nominaciones póstumas.
62 años hace que se forjó la leyenda del Rebelde de la historia del cine. Sigue corriendo James, deprisa.