Iñaki Sánchez // Walter White ha sido uno de los más espectaculares ejemplos de lo que significa ser el un auténtico villano. Su metamorfosis, de la que tanto se ha hablado, ya es un referente global. El personaje interpretado por Bryan Cranston pasa de ser un pusilánime padre-marido-profesor enfermo de cáncer a convertirse en un narcotraficante retorcido y sanguinario. Se nos muestra la génesis del mismo mal, su fisionomía y la base sobre la que se fundamenta.
Los personajes de trasfondo moral más que cuestionable y con una retorcida inteligencia, pero al tiempo humanos y vulnerables, han sido –Los Soprano, Oz– y serán –Better call Saul–, excelente materia prima para los guionistas de multitud de series y películas. Estos seres complejos y paradójicos nos encantan. Hace ya mucho tiempo que los tradicionales estereotipos de villanos, repetitivos e insípidos, nos aburren hasta el sopor. Ya no nos valen las malvadas brujas con verruga en la nariz o los ridículos archienemigos con tendencia a revelar sus planes secretos cuando creen haber vencido al héroe. Ahora queremos profundidad, contradicciones y verosimilitud. O dicho de otra manera, queremos humanidad, queremos seres construidos a base de grises, con luces, sombras y penumbras, aunque en este caso que nos ocupa, lo que predominen sean las sombras. Ahí van cinco ejemplos masculinos de inteligentes intrigantes sin demasiados escrúpulos, pero con un enorme atractivo.
¡Cuidado! Algunos –aunque pocos– spoilers.
Vic Mackey (The Shield, 2002-2008) El detective Mackey, jefe del grupo de asalto de la comisaría del distrito angelino ficticio de Farmington –unidad policial inspirado por el programa CRASH de la LAPD Rampart Division y sus escándalos–, es un hombre de principios. Tiene un elevado sentido de la familia, la lealtad y la amistad. Por su equipo, su esposa e hijos, sería capaz de hacer cualquier cosa. Literalmente. Asesinatos, coacciones, robos… A lo largo de las siete vibrantes temporadas de la serie, el detective interpretado por Michael Chiklis y sus chicos, entran en una interminable espiral de mentiras, pactos con criminales y violencia. Mis respetos para lo guionistas, auténticos virtuosos capaces de mantener la coherencia en un trama de tamaña complejidad. Muy interesante los matices y las contradicciones de Mackey, tierno y feroz, leal y traidor. Sin duda uno de los personajes mejor dibujados que nunca he visto.
Al Swearengen (Deadwood, 2004-2006) En el corazón de ese teatral western que es Deadwood, encontramos al dueño del Gem Saloon. Decir, que como otros muchos personajes de la serie – Calamity Jane, Wild Bill Hickok o E.B. Farnum -, Swearengen existió y sus «hazañas» sirvieron de inspiración a los creadores de la serie. El tabernero y proxeneta, magistralmente interpretado por Ian McShane, es un ser tan atractivo como despreciable. Mata y ordena matar con la misma facilidad con la que inunda los gaznates de sus interlocutores con whisky, con el fin de lubricar sus voluntades y hacer avanzar cada una sus negociaciones. Aunque huela a azufre y tenga cuernos y rabo, también sangra –y mucho–, sufre y siente algo parecido al cariño por ciertos habitantes de Deadwood. Es malo, muy malo, pero no creo que mucho más de lo que lo hubiera sido cualquier delincuente proscrito en un pueblo sin ley en un territorio salvaje, no adherido a ningún estado de la Unión y en la misma frontera de las tierras de los indios.
Petyr Baelish «Little Finger» (Juego de tronos, 2011-presente) La verdad es que muchos de los personajes de esta serie de la HBO basada en las obras de G.R.R. Martin, podrían haber aparecido en este post –como por ejemplo Tywin Lannister o Lord Varys, por nombrar a dos–, pero Meñique me resulta particularmente interesante, dados sus humildes orígenes y su exitoso ascenso. A pesar de ser miembro de una casa menor, tras pasar su juventud en Aguasdulces, llegó a ser Consejero de la Moneda de Robert I y dueño de varios burdeles en Desembarco del Rey. Después, conseguiría también el señorío de Harrenhall y el control sobre el Valle. Es un conspirador nato, con muy buenos contactos y una gran inteligencia fría y pragmática al servicio de sus intereses; pero también es un hombre atrapado en un amor imposible y no correspondido por Catelyn Tully. El actor que le da vida, Aidan Guillen, también interpretó a un complejo Tommy Carcetti, en la serie a la que pertenece el siguiente personaje.
Stringer Bell (The Wire, 2002-2008) Lo más interesante de este temible gangster –miembro del reparto de esa espectacular radiografía de la miseria humana que nos regala David Simon con The Wire–, es que no es un gangster. En un tiempo pasado lo fue, pero pronto se dio cuenta de que tal vez fuese más inteligente estudiar economía y leer a Adam Smith, que centrarse en ajustes de cuentas y luchas territoriales eternas. Frente al impulsivo Avon Barksdale, líder de la organización y con un perfil bastante más asimilable al de tradicional narcotraficante de suburbio, Stringer Bell es un hombre de negocios, hábil y meticuloso –vuelve locos a McNulty y compañía–, que invierte sus ganancias en ladrillo y establece contactos con destacados políticos, a través de desinteresadas donaciones. Pero finalmente, las leyes de la calle se acaban por imponer. En West Baltimore no tienen cabida los sofisticados métodos del personaje interpretado por Idris Elba. Más información sobre la mano derecha de Barksdale, aquí.
Cesare Borgia (Los Borgia,2011-2013)En esta excelente producción, creada por el realizador irlandés Neil Jordan, tampoco faltan los maquiavelos de todo tipo, sexo y extracción social –de hecho, aparece un personaje basado en el propio Maquiavelo– Si eres un amante de la historia como yo y a pesar de todo, eres capaz de desembarazarte de ese rigorismo que en no pocas ocasiones nos posee y nos fuerza a buscar anacronismos, imprecisiones o eventos contrafactuales cuando consumimos series o películas históricas, disfrutarás de una trama fantástica y unos personajes muy bien construidos. Cesare, que es interpretado por François Arnaud, es de mis favoritos. Piensa como un Borgia, ama como solo un Borgia puede amar –deliciosa Holliday Grainger–, y mata como un Borgia. Pero detrás de tanta cantarella, tan oscuras compañías y enrevesadas conspiraciones palatinas, se esconde un joven que no quiere más que el amor –entendiéndose este concepto de un modo un tanto amplio– y el reconocimiento de su familia.