Guía de estilo para seguir la tradición de ser «Manola»

Este viernes arranca la Semana Santa con la procesión de La Dolorosa y los pasos y procesiones marcarán los próximos días, al ritmo de tambores y trompetas. Los cofrades, hombres y mujeres, podrán desfilar completamente cubiertos, con sus túnicas y capuchones, y además algunas mujeres podrán hacerlo vestidas de «Manolas». Pero, ¿de dónde viene ese término femenino?

En la actualidad es habitual ver a mujeres tener protagonismo en las actividades religiosas de la Semana Santa pero hace tres décadas no podían ser costaleras, como máximo podían ser «Manola» y acompañar a las procesiones. De Jueves Santo a Sábado Santo, ataviadas de mantilla negra que se cambiaba por mantilla blanca o beige el Domingo de Resurrección.

A principios del siglo XIX en Madrid se hablaba de «majos» y «majas», término que derivó a «Manolos» y «Manolas». Eran personas de los barrios bajos de la ciudad o de los pueblos que se distinguían por su estilo al vestir: una mezcla de descaro, desenfado y garbo con nobleza. El término surgen de las llamadas «Camareras de la Virgen», mujeres que se dedicaban en cuerpo y alma a preparar los pasos que salían en las distintas procesiones y en el que los hombres tenían el papel protagonista.

Ser «Manola» es mucho más que vestir de negro, para ser una buena «Manola» y cumplir con la tradición hay que seguir un estricto manual de estilo.

Discreción y sobriedad son las claves. Vestido de riguroso negro, sin escotes, de manga larga y con falda por debajo de la rodilla. La medalla de la cofradía debe estar bien visible. El pelo debe ir recogido. Hay que llevar el Rosario, maquillaje muy discreto, bolso de mano pequeño y también discreto y calzado sobrio, evitando plataformas, tacones muy altos o adornos llamativos. No se deben llevar pieles ni aunque haga frío. Solo un abrigo negro discreto y, por último, las medias deben ser negras pero no excesivamente tupidas.

 

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