Cuatro de cada diez zapaterías, en riesgo

Mientras el mundo libra una dura contienda contra la pandemia de Covid-19, quienes han tenido que bajar las trapas de sus comercios echan cuentas durante el confinamiento para intentar entrever lo que puede ocurrir con sus negocios cuando se supere el problema sanitario.

El impacto es tremendo en todos los sectores y, entre ellos, el del calzado aprieta los dientes con la esperanza de que poder abrir cuanto antes y de que el Fondo Monetario Internacional se haya equivocado en sus pronósticos de una caída de ocho puntos porcentuales del PIB y un índice de paro próximo al 21 por ciento en España. Todo ello, siempre que la pandemia esté superada en la segunda mitad del año.

En este contexto, el sector del calzado ya calcula, en un escenario así, que cuatro de cada diez tiendas corren un serio riesgo de verse abocadas al cierre definitivo. “Se estima una caída espectacular de las ventas, que puede llegar al 50 por ciento. Si podemos abrir y entramos rápidamente en período de rebajas, los márgenes no van a salir y ya son pequeños en condiciones normales. Estamos hablando de que un varapalo tan grande que provoque el cierre del 40 por ciento de las tiendas”, explica a Ical la presidenta de la Asociación Nacional del Calzado, María Labrador.

“De todas formas, intentamos calmar al sector desde la ANCC y desde la Federación de Industrias del Calzado. Vamos a pensar en eso que nos dicen de que estamos hibernando y deberemos dinero a los bancos pero vamos a procurar aguantar sin nerviosismo porque eso sería lo peor para el sector”, indica.

María Labrador Fernández es la gerente de Calzados Lafer, con once tiendas en Valladolid, Palencia y Benavente (Zamora) que dan trabajo a 36 personas. Tras decretarse el Estado de Alarma, solicitó un ERTE del que todavía no sabe nada, ante el atasco causado por el aluvión de expedientes presentados en Castilla y León. “Nuestro sector damos trabajo a mucha gente y, si esto se destruye, sería muy difícil dar marcha atrás. Cuando la gente pueda salir de casa, entiendo que va a ser complicado que tenga ganas de ir a comprar ropa y zapatos al momento pero tendremos que hacer lo imposible para volver a animar el consumo”, advierte.

“El género que hay que pagar ahora se va a quedar en las estanterías y ni siquiera vamos a recibir a tiempo el de verano. Nosotros compramos seis meses antes. Sandalias, espartos y género veraniego se reciben en abril para vender en julio y agosto”, apunta.

Y es que la brusca interrupción de las ventas ha sido demoledora en toda la cadena productiva y de comercialización, empezando por los fabricantes, que han visto cómo los pedidos se paralizaban y las previsiones se derrumbaban. “Para los fabricantes es un problema tremendo también y la mayoría han sido comprensivos con el pequeño comercio. Ya tenían fabricado desde tiempo atrás el género de primavera, que tenía que estar en los escaparates en marzo”, comenta la gerente de Lafer.

“Los fabricantes hacen previsiones para poder hacer la compra de material y podernos servir. Cuando hay que cerrar las tiendas, a la gente le entra pánico e intenta anular lo que iba a recibir, cuando ya está fabricado. En la gran mayoría de los casos, los fabricantes han sido muy comprensivos”.

Buena parte del género de primavera ya estaba encargado o servido cuando se paralizó España y, ante la imposibilidad de darle salida a tiempo, los comercios han intentado pactar con los fabricantes. “La primera semana de confinamiento se hizo con el teléfono en la mano, con todo el mundo intentando solucionar la que se nos venía encima. Lo que sí se está haciendo es aplazar los pagos a 30, 60 o 90 días, por ejemplo, ya que los comercios no estamos facturando nada”, expone María Labrador.

Proveedores

Lo cierto es que los proveedores están también muy interesados en que los pequeños negocios no se arruinen y han procurado, en su mayoría, aliviar la situación del comercio. “El pánico hace reaccionar a cada uno de una forma y, viendo cómo iba esto en otros países, la semana anterior a la declaración del Estado de Alarma, nos reunimos para plantear medidas. Además de mandar a casa al personal de oficinas y a los representantes a trabajar de forma segura, valoramos de forma prioritaria a nuestros clientes. Si iban a cerrar, no podíamos enviarles la mercancía así como así”, relata Raquel Luna, directora de Comunicación de J’hayber, empresa familiar con sede central en Elche (Alicante) y medio siglo de historia.

“Al cerrar, no hay ingresos y no podemos ahogar a nuestros propios clientes, por lo que optamos por dar flexibilidad y aplazar los pagos, de manera que todo el que lo necesitara pudiera retrasarlos 90 días, en principio, como medida de ayuda. Lo que hemos trasladado a nuestros clientes es un margen de recuperación para volver a la normalidad y hablar de los pagos”, añade.

Uno de esos clientes tradicionales de la firma alicantina, que basa más del 60 por cien de su negocio en pequeños comercios, es La Casa del Calzado, abierta desde 1940 en Puebla de Sanabria (Zamora). Carlos Mato lleva desde 1984, cuando volvió de la mili, las riendas de un negocio que puso en marcha su abuela, Teresa Requejo, hija del primer comerciante que hubo en el pueblo. “Espero no ser yo el último”, bromea. “La mayoría de los proveedores han mostrado una disposición impresionante. Normalmente trabajamos con producto español y no hemos tenido ningún problema. Todos menos uno nos han dado facilidades y se han puesto en nuestro pellejo. El empresariado español es espectacular”, asegura.

“El golpe es duro. Estamos en período de recibir mercancía y a la espera de que se vuelva a salir a comprar. Soy optimista en cuando a que la gente se interese por la tienda de proximidad y por el artículo nacional, en vez del procedente de China”, anota.

En este sentido, Carlos Mato confía en que la crisis sanitaria, social y económica haga volver los ojos de la población hacia el medio rural y fomente el establecimiento en los pueblos, un mundo acostumbrado a sobrevivir adaptándose a las circunstancias.

Hasta un 70% menos

El impacto de la crisis provocada por el coronavirus en el sector del calzado puede ser todavía peor que el que reflejan las previsiones nacionales ya que, según el perfil del cliente al que se dirija el negocio, el género de mayor calidad y de diseño especial puede dormir el sueño de los justos en los escaparates. “Podemos sufrir una merma del 70 por ciento en las ventas, siendo optimistas, porque el público joven, más dado a la compra, puede animarse antes pero el cliente conservador no va a salir a comprar nada más termine el confinamiento”, considera desde Salamanca el gerente de Eurocalzados, Pedro Sáez, con una experiencia de cuatro décadas en la empresa familiar y tres empleados, también pendiente de un ERTE.

“Aunque los proveedores son comprensivos y dan facilidades, en general, el que ha recibido el género tiene que achantar con ello y hacerse a la idea de que no le va a dar salida y se le va a quedar obsoleta. Vamos a depender también de si las administraciones entienden las peticiones respecto a las rebajas. Quizá habría que suprimirlas porque, si empezamos con ellas, no van a salir los números, que ya estaban apretados antes”, comenta.

El calzado deportivo, especialmente sujeto a los vaivenes de la moda y las tendencias, se ve muy afectado por el impacto de la crisis sanitaria, aunque la comprensión por parte de los proveedores alivia en parte la presión. “No tenemos ni idea de lo que va a durar todo esto ni de cómo vamos a arrancar. Queremos que todas las partes salgan adelante lo antes posible pero no sabemos qué merma habrá, aunque está claro que venderemos muchísimo menos y que la gente tardará en perder el miedo. Los gimnasios abrirán más tarde, los deportes de equipo no sabemos qué va a pasar… Vamos a quedar muy tocados”, augura Arturo Manzanedo, quien regenta con Carmen Martínez desde 1986 Deportes Manzanedo, en Burgos.

“Queremos intentar mantener a los 16 empleados que tenemos porque creemos que hay que mantener el país entre todos. Si no ganas, no ganas pero pensamos así”, rubrica.

Entretanto, con la facturación reducida a cero desde hace más de un mes, Arturo acudió a hacer una gestión a su tienda y recogió la factura de la luz. “Son 1.100 euros por tres puntos de venta, a pesar de llevar cerrados desde el 14 de marzo. Por medio mes, la contratación fija da este gasto. Así de simple. Y hay que pagarlo. Podemos intentar aguantar apretando los dientes pero habrá gente que lo pase fatal. Esto es la Tercera Guerra Mundial sin balas”, sentencia.

Ayudas dudosas

Charo Castro, quien trabaja desde hace más de dos décadas en el comercio en León, tuvo que celebrar en pleno confinamiento, el pasado 20 de marzo, el octavo aniversario de su tienda de calzado, On Foot. Al menos, sus proveedores se hicieron cargo de la situación y le permiten aplazar pagos y hasta anular pedidos. “Querría haberlo celebrado de otra manera pero las cosas son así. Ya me había llegado la mercancía pero J`haber me ofreció retrasar los pagos 90 días lo de primavera y mandó corros en los que nos permitían anular pedidos pendientes. Ha sido un alivio porque la situación es muy difícil para todos”, reconoce.

“Al menos, el tipo de género que tengo no es del que se pasa de moda. Tengo mucho de niños pequeños y, de adulto, marcas de prestigio y precios ajustados. Cuando podamos abrir, la gente seguirá teniendo miedo y la economía estará maltrecha”.

La gerente de On Foot valora el apoyo de los proveedores pero expresa su disconformidad por las ayudas que ofrece el Gobierno de España para los autónomos. “Sin ayudas entre comillas porque se trata de simples préstamos. Además, los bancos han visto un nicho de negocio con los préstamos para autónomos y ni siquiera contemplan un aplazamiento para pagar las cuotas aunque no podamos facturar. Sin ir más lejos, me han penalizado con 39 euros como gasto por no haber pagado a tiempo. Cuando hay grandes problemas, todos deberíamos arrimar el hombro”, se queja.

Mientras continúa la reclusión para intentar frenar la incidencia de la Covid-19, la cuenta atrás para la continuidad de muchos negocios ya ha empezado y se pretende congelar con campañas para animar a la compra en el pequeño negocio cuando todo pase. “Numerosas asociaciones vamos en esa línea de activar la economía desde el comercio de proximidad. Hemos enviado una carta a fabricantes y tenderos para intentar equilibrar la situación, que viene muy mal. Hay estudios que estiman una reducción de hasta un 50 por ciento en las ventas. Si el estudio acierta, se van a cerrar cuatro de cada diez tiendas”, reitera la presidenta de la Asociación Nacional del Calzado.

“Todos deberíamos tener en cuenta al pequeño negocio. Nos supone un esfuerzo pero los proveedores tenemos más herramientas para poder asumirlo. Si todos hacemos eso, velamos por la continuidad de ese cliente y velamos, al mismo tiempo, por nosotros mismos”, recalca la directora de Comunicación e J’hayber. “En momentos como este, sale una sensibilidad especial. La solidaridad es propia de España”.

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